Si antes eran las mujeres las que se sentían tensionadas por el conflicto entre criar a los hijos y salir a trabajar, hoy cada vez son más los padres que acusan malestar porque no siempre logran estar presentes y conectados profundamente con sus chicos. El padre proveedor está dando paso al hombre que necesita de sus hijos para poder vivir
Hace cuarenta o cincuenta años, no era raro encontrar a un padre incapaz de recordar el nombre de todos sus hijos. Hoy todavía existen esos padres, pero también los que son capaces de rechazar una convincente oferta de trabajo fuera del país por no dejar a sus chicos.
la tendencia se encamina en ese sentido: padres involucrados en la crianza de sus hijos en aspectos que van mucho más allá de cambiar pañales . Este progresivo cambio se ha producido porque en el último tiempo los hombres han ido incorporando la emoción como una parte básica de su existencia. Una emoción que no pueden desarrollar ni en el trabajo ni en el mundo social, pero sí en la intimidad del hogar, y especialmente junto a los hijos."
Esa necesidad de emoción, sin embargo, es la que está despertando en los hombres-padres más jóvenes una culpa que no conocieron sus antecesores. Si antes eran las mujeres, por definición, las que tenían sentimientos encontrados por dejar de centrar su atención en los hijos para entrar al mundo laboral, ahora los hombres también están manifestando su malestar por no poder compartir con sus hijos todo lo que quisieran.
PRIMERA CULPA:
Padre proveedor versus padre presente.
La gran culpa del hombre de hoy es que se ve atrapado en dos ámbitos: el deseo de participar más de la parte afectiva de su familia, por un lado, y responder a las exigencias que le impone ser un buen proveedor. El resultado de esta tensión es un padre que sufre por no poder llegar más temprano, y que cuando llega encuentra a los chicos dormidos y no puede compartir nada con ellos.
Los especialistas coinciden en la idea de que son los propios padres los que tienen en sus manos la decisión de equilibrar trabajo y familia, pero hay muchos que se nublan en su conflicto entre ser buenos proveedores y a la vez padres presentes, aunque hay muchos que le están doblando la mano al modelo y volviendo cada vez más temprano a su casa para asumir una crianza más presente.
SEGUNDA CULPA:No poder establecer un vínculo profundo con los hijos.
Si la primera culpa es de carácter cuantitativo, ésta es cualitativa, y la viven los hombres que habitualmente se quejan de no poder conocer tan profundamente a sus hijos como lo hace la madre, de que les gustaría conocer más su mundo y forjar una relación estrecha que vaya más allá de compartir el día a día.
Esa molestia habla de padres que están siendo cada vez más exigentes en lo afectivo, que quieren aportar un factor emocional importante a la crianza de sus hijos, y que buscan que ellos incorporen su figura dentro de la familia, no sólo en términos de autoridad, sino también de presencia acogedora y contenedora, un rol que tradicionalmente se le ha adjudicado a la madre.
¿Cómo lograr que los padres también construyan esa proximidad? Al comenzar a desarrollar el vínculo desde la temprana infancia, con gestos tan sencillos como cambiarlo, sacarlo a pasear, ayudarle a hacer las tareas, conversarle y también escucharlo.
El miedo de ser autoritarios.
Para los padres, éste es un punto complicado y que los llena de contradicciones. No pocos son los que se preguntan: "¿Cómo los reto?, ¿cómo me enojo con ellos si los veo tan poco?" Según el psiquiatra infantil Sergio Canals, hay muchos hombres padres que actualmente sufren una "doble culpa", porque deben ponerles límites a sus hijos, con restricciones y castigos. Eso los hace sentirse culpables, y también juzgados desde afuera por una sociedad que hoy no ve con buenos ojos a quienes utilizan mano dura en la crianza de los niños. El concepto de autoridad -que significa "ser autor" y guiar a las personas para que desplieguen su autonomía- está hoy muy asociado al autoritarismo, distorsionadamente. Hoy día, en una cultura en que se han acentuado los derechos y el dejar que las personas se expresen libremente, los padres que restringen se sienten culpables y a la vez juzgados desde afuera. Entonces, pierden autoridad y terminan criando niños tiranos.
CUARTA CULPA:El padre separado y su sensación de abandono del hijo.
Quienes viven con mayor intensidad las culpas son los padres separados.Los separados sufren, extrañan a sus hijos y temen dejarlos. Tanto, que muchos evitan separarse porque no quieren dejarlos. Habitualmente dicen que, luego de alejarse de ellos, se dan cuenta de todo lo que se perdieron mientras no estuvieron con ellos.
Con la separación, muchos padres logran darse cuenta de que sí pueden alterar su rutina de trabajo y priorizar a sus hijos por sobre la jornada laboral. "
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