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Y no es por que las horas de juego se les acortarán para dar paso al estudio; ni tampoco por querer seguir sin obligaciones a las que el aprendizaje les impone.
La tristeza no nace por dejar tiempos de ocio relegados y volver al ritmo de las obligaciones estudiantiles.
No...es algo más profundo;es una herida lacerante que estos niños palpan ahora,al volver y ver que el escenario donde antes hubo risas , juegos y el compartir experiencias luego de vacaciones, ahora se ha compartido en el escenario del dolor por seres queridos que no están,por casas destruídas,por compañeros de juego que no volverán.
La muerte rondándoles cerca en las mentes infantiles, en sus ojos,en su vida...
Niños que crecen de golpe.
Niños que saben que el dolor no es la carencia de una Play Station,ni una Barbie...
Niños de ojos tan grandes como sus preguntas del ¿PORQUÉ?.
Una triste vuelta a clases... sí...
Una vuelta plagada de comentarios penosos,de lágrimas por doquier,de cosas terribles vividas, del hambre sufrido.
Situaciones vistas por ojos de escasos años.
Niños a los que les costará poner una sonrisa en su rostro, hoy vuelven a clases,contándose uno por uno y mirándose;aceptando la realidad de los que ya no están.
No por cambio de escuela o por quedarse de grado.
No...
Niños de la guerra ,niños del sufrimiento,insertos en un mundo adulto lleno de incomprensiones.
Niños-grandes que retornan a la escuela,tratando de que la normalidad sobre lo anormal,vuelva a ganar espacios.
Y que el dolor de lo presenciado, y que no podrán olvidar pese a su poca edad,den paso nuevamente, a los juegos propios de la infancia.
Esa infancia que nunca debieron perder...
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